Santa María de Cervelló, primera azucena mercedaria, escucha nuestra oración y el lamento de los nuevos cautivos. Tú, que socorriste a los redentores en los peligros del mar, v en en nuestro auxilio en las tormentas que hacen peligrar el barco de nuestra fe. Al contemplar tu pureza y caridad, haznos humildes y sensibles al sufrimiento para que, sirviendo a los hermanos, sepamos imitar a nuestro Santísimo Redentor, nuestro Señor Jesucristo. Amén.