
El Evangelio nos presenta a Jesús y un grupo de pescadores, que están lavando las redes después de su esfuerzo y fracaso nocturno, sin haber cogido nada.
Jesús les pide que abandonen la orilla y de nuevo entren en el mar, aceptando el riesgo de continuar en un trabajo que hasta ahora había sido infructuoso.
Pedro, fiado en la palabra del Maestro, vuelve a echar las redes, y el resultado es inesperado y maravilloso.
La pesca fue tan grande que por el peso casi se hundían…
Lo más importante es el final.
Como Isaías, Pedro reconoce su impureza y siente temor. Y Jesús le cambia el trabajo, le hace pescador de hombres, le confía una misión salvadora, le abre un horizonte apostólico. Y todos dejan todo para seguir a Jesús.
¿Dónde nace la vocación profética y apostólica? Nace en la libertad y disponibilidad;
Y yo … ¿Cómo afronto el contraste entre mi plan y el PLAN De Dios?
Fuente: Andres Pardo