esús es la vid y nosotros los sarmientos.
Esta imagen señala la unión vital que Jesús resucitado quiere establecer con nosotros y, a su vez, nuestra total dependencia de él.
La gracia se nos comunica por el don del Espíritu Santo y, sin ella, no podemos «hacer nada».
Nuestro amor a Dios se expresa en donación a los demás.
El sarmiento depende en todo de la vid y entrega el fruto que ha crecido en él pero que se ha alimentado de la savia del tronco.
El cristiano no madura los frutos para gozar de ellos, sino para ser útil con su servicio a los demás y reflejar la gloria de Dios, y en ello encuentra también su propio bien
