Forma parte del misterio de Diosque haya querido mostrarse cercano y vulnerable.
En la escena del Evangelio, son sus conciudadanos, desde la trinchera de su autosuficiencias y escepticismo, quienes rechazan a Jesús con una bien pertrechada batería de preguntas: hasta cinco.
El asombro del primer momento cede al prejuicio. Jesús, que había iniciado su ministerio lejos de Nazaret, regresa a su lugar de origen con un grupo de seguidores y el sábado se presenta en la sinagoga.
Quizás hubo expectación, pero ahora que lo tienen ante sus ojos se superponen do realidades:
- la del Jesús que recordaban, al que habían visto crecer y conocían bien,
- y la de quien habla con una autoridad inesperada.
Se produce ese conflicto propio de las personas que, por querer ser tan sensatas, restringen el ámbito de actuación de Dios.
Si algo se sale de los límites que han impuesto, también en temas de religión y de culto, lo rechazan como impropio.
Siempre tenemos un argumentario a punto para no ser sorprendidos.
