LA SOLA ESTACIÓN QUE HABITO
Yo no espero un porvenir
de oros y de grandezas,
ese que no llega
ni por azares pretendidos del destino,
ni por un casual sorteo:
aquel ansiado caudal
que se esfuma en un flirteo
entre un soplo de aire espeso,
la torpeza de un desliz
y caprichos de la suerte.
Yo confío en la vida nueva
que, a paso cauto, transito
disfrutando del presente,
la sola estación que habito
y que acojo a paso firme
con gratitud y sosiego
cuando me mantengo alerta
amando sin condición.
Fernando Romero Barrero
